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Cuando el culto al cuerpo se nos va de las manos, todos salen perjudicados

 

Los Trastornos de Conducta Alimenticia (TCA), que hasta hace unos años eran más normales en mujeres, han duplicado el número de casos masculinos en la última década

 

 

 

Ocho de la mañana, suena el despertador. La primera imagen del día, aún con las legañas puestas: los perfectos presentadores del telediario matinal. En el kiosco al cruzar la esquina: Elle, Cosmopolitan, GQ, o Men’s Health, entre otras cabeceras de revistas,  mostrando cuerpos que parecen tallados a mano. En el e-mail: venta de cremas anticelulíticas, la oferta de este mes en el gimnasio y el último truco para unos glúteos perfectos. A la hora de la comida: “¿Te vas a comer todo eso? ¿No sería mejor una ensalada?”. Después de trabajar, al cruzar la Gran Vía de Bilbao: decenas de escaparates con sus decenas de fotografías y sus decenas de maniquíes talla 34. Y para acabar el día, llegar a casa, encender la televisión y deleitarse con un anuncio tras otro de perfumes vendidos por mujeres altas, rubias y delgadas o por hombres que si saben que existe la grasa corporal, es porque lo han leído en algún sitio.  

 

Quien vive este día a día puede ser una persona adulta, madura, ajena al modelo cultural que la sociedad occidental actual impone, en el que el culto al cuerpo se antepone a las capacidades o cualidades personales de los individuos. Pero también puede que se trate de un chico o chica en plena adolescencia, una etapa de vulnerabilidad emocional que se caracteriza por la búsqueda de modelos en su entorno. En el segundo caso, el daño quizá sea mayor de lo que parece.

 

En el año 1964, el médico inglés Morton describió por primera vez los efectos de lo que hoy conocemos como anorexia nerviosa. Desde entonces, esta enfermedad psicológica y otros Trastornos de Conducta Alimenticia, como la bulimia, se han convertido en el tercer mal crónico más común entre los adolescentes. Tanto es así, que según estudios de la Asociación Contra la Anorexia y la Bulimia (ACABE), el 6 % de los pacientes no logra vencer a la enfermedad y muere. En Medicus Mundi Bizkaia asocian estos datos al ansia de alcanzar un prototipo de belleza que “escapa a las posibilidades de cualquiera”.

 

Nueve de cada diez afectados son mujeres, pero, ¿qué ocurre con el enfermo restante? Según analizan el doctor Josep Toro y la periodista Mónica Artigas en su libro “Vencer la anorexia. El cuerpo como enemigo”, los varones experimentan menos presión para adelgazar. O la experimentaban, porque el culto al cuerpo y a la belleza, que históricamente se ha dirigido a las féminas, cada vez pone más en el punto de mira a los hombres. Lo demuestran las cifras de la Asociación contra la Anorexia y la Bulimia de Barcelona, que reflejan que los casos de chicos con TCA no sólo han aumentado, sino que se han duplicado en la última década.

 

Los trastornos alimenticios son enfermedades popularmente asociadas a las mujeres, lo que ralentiza que los chicos jóvenes den el paso de reconocer que los padecen. La psicóloga de ACABE Ainhoa Echavarría  así lo reconoce: “En general, a los chicos les ha costado más decir “yo tengo un trastorno de alimentación”, porque se ha achacado tanto esa idea a la figura femenina que el chico que tenía un problema con la comida no sabía cómo tratarlo”. De la misma manera lo explica su compañera Olatz Barbarias: “Es algo tan asociado al prototipo de belleza femenina que, hasta que se dan cuenta, cuesta mucho más”.

 

Barbarias trabaja con el grupo de autoayuda para adolescentes de ACABE Bizkaia y conoce las causas y consecuencias de padecer este tipo de trastornos. Define a los pacientes con anorexia o bulimia como personas muy perfeccionistas, muy autoexigentes, a quienes les gusta tener un diez en todo, pero que tienen muy baja autoestima y no se valoran demasiado. “No encuentran valores intermedios, o es el blanco o es el negro, si no está mal”, explica la psicóloga.

 

Los indicios físicos son los más fáciles de detectar. En oposición a la mujer, que, como uno de las primeras señales de cambio en su cuerpo, sufre menorrea —pérdida del ciclo menstrual— en los casos de anorexia,  los varones padecen impotencia. Pero el sufrimiento no se queda ahí. Los síntomas psíquicos, más difíciles de detectar, son el verdadero lastre de estos trastornos: reducción de la capacidad de concentración y la memoria, alteración del carácter con cambios de humor imprevisibles, aislamiento social, sentimiento de desesperación o soledad, alteraciones del sueño, apatía o dificultad para reconocer sus emociones, entre otros.

 

En cuanto a la edad media a la que pedir ayuda, también existe diferencia entre ambos sexos. Las chicas manifiestan estos trastornos a una edad más temprana, mientras que lo común en los varones es hacerlo en torno a los 18 años. Aunque desde ACABE aprecian un cambio en los últimos años: “Antes venía gente en torno a los 16-18 año. Ahora la gente es más joven, entre 11, 13, 14 años”, explica Echavarría.

 

La presión social, una cruz para los adolescentes

La presión social por estar delgado, las críticas de los compañeros de clase o creer que se va a gozar de una mayor aceptación si está delgado son sólo tres de los motivos que los adolescentes de grupo de autoayuda de ACABE dan como respuesta a la pregunta sobre qué motivos pueden llevar a caer en un Trastorno de Conducta Alimenticia.

 

La presión social se revela como el gran enemigo para los adolescentes y jóvenes que padecen este tipo de trastornos. Olatz Barbarias secunda las opiniones de sus pacientes y reconoce que los aspectos socioculturales son “fundamentales” en el desarrollo de estas enfermedades.

 

“Antes se obviaba más a los hombres, la presión del culto al cuerpo la recibían más las mujeres. Ahora es más homogéneo, al hombre también se le machaca más con eso”, analiza Barbarias.

 

Otra mujer que convive en su día a día con adolescentes es Mila Fernández. Trabaja como orientadora en el Colegio Santa María de Portugalete y le pesa reconocer que, en este aspecto, el avance hacia la igualdad no ha sido para bien. “Ellos están sufriendo la misma presión que llevamos sufriendo las mujeres desde hace tiempo. Lo que veo es que se están igualando con nosotras pero en ese aspecto, no en cuanto a liberarnos, sino que en esa presión de tener el cuerpo perfecto, bonito, sin grasa…”, critica.

 

Desde Medicus Mundi son más duros con la sociedad actual y no les tiembla la voz al asegurar que hoy en día las personas funcionan como una mercancía más dentro del sistema capitalista, en el que más belleza significa más valor. Lo que deriva en mucha más presión por una buena imagen.

 

“Las presiones en la imagen se están pasando a los chicos. Vemos que es mucho más grave en la etapa de la adolescencia. El culto al cuerpo y el ideal de belleza inalcanzable se está empezando a exigir de la misma manera en los chicos”, cuenta Joana López, integrante de Medicus Mundi.

 

En la misma línea, su compañero Ricardo Fernández critica que “lo que vende es un hombre más atractivo, por lo que la gente se va introduciendo en ese espectro, porque cree que es lo que le va a garantizar éxito social”, concluye con la certeza de que se valora más la imagen que el resto de atributos que pueda tener una persona.

 

Consejos para una sociedad más sana

“No fomentar tanto el culto al cuerpo” es la respuesta rotunda de Olatz Barbarias al pensar en una sociedad más sana.

 

A la misma pregunta, Mila Fernández matiza algo más su opinión: “La mayoría de las personas que nos encontramos por la calle no responden a esos cánones de belleza perfectos, delgados, súper musculados… entonces, en la medida en que los modelos se parecieran a lo cotidiano nos aceptaríamos más como somos y tendríamos menos problemas de salud”.

 

Y en una línea similar aconsejan la doctora Mª Eulalia Lorán Meler y el doctor Luis Sanchez Panel en su trabajo “La anorexia, la bulimia y el trastorno por atracón”: “para que los jóvenes crezcan y se desarrollen psicológicamente se debe frenar la excesiva e insana preocupación por el peso y la silueta, y la creencia de que la delgadez se asocia con valores positivos, como el éxito, la salud, el atractivo o la seguridad”.

 

Además, resultaría muy conveniente, en palabras de la miembro de ACABE Echevarría que exista una mayor conciencia de esta enfermedad y que la ayuda que se reciba sea  profesional y concienciar de que “cualquier tipo de ayuda” no es válida.

 

Crítica a los medios de comunicación

“Frivolizan. Sacan a una modelo muy delgada muy delgada, que ha sido noticia por eso, y explotan su lado más comercial. La labor didáctica es nula”. De esta manera ve uno de los pacientes del grupo de autoayuda para adultos de ACABE el papel de los medios de comunicación en el tratamiento de las informaciones sobre Trastornos de Conducta Alimenticia.

 

Mila Fernández va un poco más allá en su crítica, al asegurar que hay una doble moral: “por un lado se intenta dar imagen de que preocupa el problema, como un problema de salud que afecta a la sociedad en general; pero luego la mayoría de las veces cuando nos presentan un modelo de hombre o un modelo de mujer, ya sea a través de la publicidad, del cine o de series, los modelos responden siempre a ese canon de perfección, de delgadez”.

 

Para Ainhoa Echavarría un elemento central a tratar en los medios de comunicaciónes la denominación de estos trastornos. “El término “anoréxico” no existe, lo que existe es gente que padece una enfermedad que puede ser anorexia o bulimia. Esta diferencia en la conceptualización del término supone desvincular esta enfermedad de la cronicidad que supone la adjetivación del mismo, según explica la psicóloga.

 

Nuevamente, desde Medicus Mundi Bizkaia, en palabras de Joana López, llega una crítica más voraz al concluir que los medios de comunicación podrían sensibilizar o hacer campaña contra ciertos temas “si realmente quisieran”, “pero no interesa, porque viven de la publicidad y mucha de esta publicidad gira en torno a la belleza”. “Antes sólo ocurría con  la mujer, pero han visto que hay un gran negocio también en el culto a la belleza del hombre”, comenta la miembro de esta asociación.

 

“Se debería dejar claro todo lo que conllevan estas enfermedades, no sólo el aspecto físico, también las consecuencias psíquicas que acarrea haber pasado o pasar por un Trastorno de Conducta Alimenticia”, aconseja Barbarias, “porque realmente lo que se ve desde fuera es sólo la punta del icerberg”. 

 

 

 

 

 

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Según estudios de la Asociación Contra la Anorexia y la Bulimia (ACABE), el 6 % de los pacientes no logra vencer a la enfermedad y muere

Perfil de afectados por TCA

 

  • Perfeccionistas, que buscan un diez en todos los ámbitos de su vida

  • Con baja autoestima y no muy buen concepto de sí mismos, lo que les lleva a necesitar una continua aprobación y atención por parte del resto de personas de su entorno. 

  • Muy autoexigentes

  • Personas que ansían controlar su vida y que al no saber por dónde empezar han querido controlar lo que tenían más a mano, que es la comida

Síntomas psicológicos de los TCA

Fuente: ACABE Bizkaia

"Antes se obviaba más a los hombres, la presión del culto al cuerpo la recibían más las mujeres. Ahora es más homogéneo",

Olatz Barbarias, psicóloga

"En la medida en que los modelos se parecieran a lo cotidiano nos aceptaríamos más como somos y tendríamos menos problemas de salud",

Mila Fernández, orientadora

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